MANIFIESTO
DE LOS ESTUDIANTES DE LA UNIVERSIDAD DE SEVILLA
Las últimas medidas que el
actual gobierno está llevando a cabo, motivadas por la crisis económica y con
excusa de la necesidad de políticas de racionalización y austeridad, han
dinamitado los cimientos del sistema público de educación.
El Real Decreto Ley 14/2012
se ha elaborado y aprobado sin consulta, debate ni reflexión previa; ejemplo de
una gestión totalitaria, oscurantista, precipitada y nefasta, con una falta
absoluta de respeto a las estructuras públicas y democráticas. Todo esto
desvela un desconocimiento absoluto, o estratégico, de la Universidad Pública y
el papel que ésta juega en la construcción de una sociedad justa e igualitaria.
La primera lesión se produce
en las enseñanzas pre-universitarias, donde se aumenta la carga de los
docentes, se disminuye la tasa de reposición del profesorado y se amplía el
número de estudiantes por aula. Esto encamina la enseñanza básica hacia la
masificación, lo que unido a la reducción de un único tipo de Bachillerato por
centro público, genera el primer filtro en el acceso a la Universidad y traerá
como consecuencia una merma importante de la calidad de la enseñanza.
Las medidas impuestas a la
Universidad Pública son aún más graves, al atacar los pilares esenciales sobre
los que ésta se ha ido construyendo desde la llegada de la democracia: su
autonomía, su gestión democrática y el acceso en igualdad de condiciones para
el conjunto de la sociedad. Al recorte presupuestario general hay que añadir el
aumento de los costes de la matrícula, que incrementan desproporcionalmente en
las sucesivas convocatorias y la exigencia a los estudiantes extracomunitarios
del pago del 100% de sus estudios. También se recortan las becas y se endurecen
los requisitos para su obtención. El conjunto de estas medidas atenta contra el
principio de igualdad de oportunidades para el acceso a la educación superior destacando
su carácter xenófobo y elitista, atentando violentamente contra las clases sociales
más desfavorecidas.
Lo mismo sucede con los
estudios de Máster, que disparan sus costes, dificultando la formación de un
nuevo tejido de doctores e investigadores, lo que daña a corto plazo la
capacidad de renovación, investigación e innovación de la Universidad Pública.
El desprecio del talento y la fuga de cerebros será una realidad en este país.
La exigencia al profesorado del
aumento de su carga docente, unido a criterios de meritoriaje, provocará en
primer lugar la lesión del desarrollo y acceso a la investigación, y su desvinculación
con la docencia. La investigación es la garantía de la actualización y
renovación de los contenidos en un continuo flujo de respuesta a las distintas
demandas sociales. La Universidad no puede quedar al margen de la sociedad a la
que sirve, y este Decreto atenta contra éste concepto, lesionando y estancando
los contenidos de las enseñanzas.
En segundo lugar y debido al
aumento de horas de docencia, esta medida significará la expulsión de los
contratos más débiles que existen en la universidad, aquellos que curiosamente
suelen recaer en la plantilla docente más joven. Una de las figuras que se pone
en crisis es la del profesorado asociado universitario, modelo de docente precario
que al ejercer la actividad profesional vincula las enseñanzas con el ámbito
laboral, herramienta esencial para conectar estas realidades.
La expulsión del profesorado
significará el aumento de estudiantes por aula, masificándolas y disminuyendo
la calidad de la docencia. Es un paso atrás en las políticas de excelencia y
calidad que se han estado persiguiendo en los últimos años, dirigiéndonos hacia
una relación entre docente y estudiante meramente de trámite y finalista,
destruyendo cualquier mejora en pro de un avance pedagógico o relación
colectiva en el proceso de aprendizaje, compromiso pendiente de la Universidad
Española.
Venimos de una Universidad
en la que la transición democrática pasó desapercibida, con una herencia
todavía viva del régimen franquista, donde la lucha de los estudiantes en pro
de la construcción democrática y participativa no ha desaparecido. Las
sucesivas reformas no han apostado por su profunda transformación, sólo se han
limitado a minucias en pro de la jerarquía y la eficiencia económica, olvidando
la calidad y renovación de sus enseñanzas, donde el papel del estudiante sea su
eje fundamental. Esto demuestra que el tema de la educación no ha sido ni es
una verdadera cuestión por parte de la burocracia política de izquierdas o
derechas de éste país.
Otro de los escenarios que
dibuja este Decreto es la privatización de la Universidad. Se reduce la
financiación pública, se promueve la alianza con empresas privadas y se otorga
mayor poder de decisión al Consejo Social, órgano asesor de la Universidad
ajeno a su estructura democrática y compuesto, entre otros, por empresas privadas.
Esta línea de ataque corrobora la llamada Estrategia 2015, dónde entre otras
medidas impone que el Rector sea elegido por el Consejo Social, eliminando la
legitimidad del Claustro Universitario, donde están representados los distintos
colectivos universitarios. Todo esto supone un ataque directo a la autonomía
universitaria y a su funcionamiento democrático.
La educación es una apuesta por las nuevas
generaciones, el mayor capital que tiene una sociedad para construirse, para
mejorar y avanzar. La oportunidad del desarrollo profesional, intelectual y
humano debe estar abierto a los jóvenes de todas las condiciones sociales y
económicas, sexo y procedencia, evitando la concentración de privilegios en
colectivos con más recursos.
Jamás saldremos de la crisis
con estrategias como el Real Decreto 14/2012, que nos dirige hacia una sociedad
más injusta, menos preparada y con menos proyección de futuro, lo que nos deja
en peores condiciones para salir de la crisis económica. Nunca la condición
económica debe imponerse sobre la humana, ya que Mercado y Estado deben estar
al servicio de la sociedad civil, y no al revés.
La crisis está siendo
utilizada como herramienta para destruir todos los avances sociales que
parecían consolidados: es una estampida hacia atrás, hacia la estratificación
social, hacia la pobreza intelectual, hacia la desigualdad y el empobrecimiento
colectivo, es un pleno ejercicio de retroceso social. No es sólo la universidad,
es la destrucción de las herramientas que los estados democráticos
establecieron para garantizan la igualdad y la justicia social.
Es un discurso que hay que
desenmascarar: el gasto social no es el origen de la crisis, no representa ni
una ínfima parte de la deuda que han generado como beneficio las entidades
financieras. La austeridad es un eufemismo que esconde el recorte de derechos
sociales fundamentales consolidados, como la educación y la sanidad. No es
obligatorio sufrir un retroceso y recorte de todo lo conseguido en estos
últimos 30 años de democracia para levantarnos. Porque de esta manera siempre
viviremos arrodillados.
Ante una situación de esta
envergadura, la preocupación individual, los miedos, la indiferencia y la
ignorancia tienen que desaparecer, como ha ocurrido en otros momentos de nuestra
historia. Avanzamos, siempre lo hemos hecho, dirigiéndonos hacia la reflexión y
construcción colectiva, que es nuestra mayor fuerza. Ese es el camino a seguir
dentro del caos en el que se empeñan hundirnos: claridad y contundencia.
Estudiantes y profesores
hemos contestado rotundamente, y de manera colectiva, comprometidos y unidos
frente a este ataque frontal. Y las herramientas democráticas empleadas en este
proceso han sido fundamentales para garantizar esta unión. El CADUS, que cumple
sus 30 años, ha recordado qué lo creó y qué persigue, y ha dado ejemplo de cómo
debe funcionar una institución pública universitaria: en compromiso ineludible
con sus bases, que somos todos los estudiantes de la Universidad de Sevilla. La
lucha estudiantil por la mejora de nuestra sociedad sigue presente a través sus
representantes, de sus asambleas, de sus reivindicaciones, tristemente
históricas pero alegremente constantes, responsables, fuertes, lógicas y
argumentadas, y sobre todo colectivas.
Tras el esfuerzo realizado
estos días, no se ha producido ningún acercamiento ni diálogo por parte del gobierno,
ni nacional ni autonómico, ante nuestras reivindicaciones. Con gestos
sobradamente arrogantes se ha ignorado a los jóvenes de éste país, lo que unido
a la evidente censura que han ejercido gran parte de los medios subraya la
carencia democrática en la que nos vemos inmersos.
Como consecuencia a la falta
de respuesta de nuestro gobierno, cobrando mayor fuerza, nuestra reivindicación
se mantiene intacta:
- Retirada del Real Decreto-Ley 14/2012 de
20 de abril de “medidas urgentes de racionalización degasto público en el
ámbito educativo”.
- Retirada del Real Decreto-ley 20/2011 de
30 de diciembre de “medidas urgentes en materia presupuestaria, tributaria y financiera
para la corrección del déficit público”.
- Exigencia de que el Plan Económico
Financiero de Reequilibrio 2012-2014 de la Junta de Andalucía no
ponga en peligro la plantilla del profesorado de la Universidad Pública
andaluza.
- Rechazo de cualquier medida que recorte
la inversión en la Universidad Pública, exigiendo que en los
Presupuestos Generales del Estado y en el de las Comunidades Autónomas, se
mantenga íntegra la asignación económica para las enseñanzas públicas.
- Dimisión sin concesiones del Ministro de
Educación, Cultura y Deporte José Ignacio Wert.
El nuevo curso es inminente,
y estas medidas avanzan. Muchos compañeros no podrán acceder a sus estudios, a
otros los expulsarán, las clases estarán masificadas y perderemos de vista a
más de un profesor. Pero lo que está en juego va mucho más allá de nuestra
propia individualidad: ante la destrucción del mundo tal y como lo conocemos,
defendamos la justicia y la igualdad, el compromiso de la Universidad con la mejora
de la sociedad a la que sirve y la Educación como herramienta para la mejora de
la condición humana.
Debemos continuar en esta
batalla, sin ceder ni un milímetro. No estamos solos ni somos los únicos. Aunque
nos hayan silenciado, desde muchos rincones de este país nuestros compañeros
han alzado la voz de manera clara denunciando la destrucción de la Universidad
Pública y el desvanecimiento de la Democracia.
Estamos convencidos, no pararemos. Hemos perdido el miedo.
Sevilla, a 7 de junio del 2012
Estudiantes de la Universidad de
Sevilla